viernes, 13 de diciembre de 2013

El silencio y la felicidad, según Álex.

El silencio:

Es cuando me miras a los ojos, que no necesitas decirme nada para que yo sepa lo que pasa por tu mente. ¿Qué pasaría si llegase un día que no pudieses hablarme más? ¿Qué pasaría si en el mundo se acabasen las palabras? Es por eso, que simplemente, tienes que mirarme, sólo tienes que tocarme, o abrazarme fuerte, y yo sabré todo lo que quieres decirme.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Gil



   Ya sabes que mi infancia fue dolorosa. Sufría torturado por mí mismo.

   Todos los niños de mi colegio tenían padre y madre. Yo tenía a mi abuela, a mi tía Carmen, a mi tía Isa y a mi tío Fran. Fueron buenos, se esforzaron en hacerme feliz, pero yo no lo podía apreciar, no podía valorar sus esfuerzos. Quería a mi padre y a mi madre por encima de todo y ellos eran insignificantes. ¿Cuánto daño pude hacerles hasta que te conocí en el colegio?

martes, 10 de diciembre de 2013

Sobre Álex





1.     Sobre Álex. (Elena)


   La presencia de Álex me inquietaba. Aunque la mayoría del tiempo intentaba ignorarme, a veces tenía la sensación de que observaba cada uno de mis movimientos, que estaba pendiente de todo lo que yo hacía y si clavaba sus ojos en mí, no podía articular palabra alguna. Siempre me hacía sentir intimidada, como si él tuviese el poder de decidir incluso si yo podía vivir o morir, como si hilase miles de hilos invisibles que nos convertían a todos en marionetas en su presencia y pudiese tirar de ellos a su antojo con sus largos y finos dedos.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La bruja (Parte III)


   Al llegar, Aideen, su dama de compañía, estaba limpiando los accesorios del cabello de Moira, sólo tuvo que mirar de reojo para darse cuenta del estado de ánimo de su señora. Normalmente esperaba con precaución que la reina le diese la palabra, pero al ver el recipiente que traía, entornó los ojos, extrañada.

     Mi señora. ¿Qué es eso?
     Es la infusión de la felicidad.
     ¿Cómo?
     ¡Claro que no! O sí… —rio—. Es la infusión de fertilidad de Ebele.

   Aideen se acercó y con un gesto pidió permiso para coger el bote, cuando la reina se lo cedió, lo abrió con cara de interés, introdujo los dedos y tomó un puñadito de hierbas que acercó a su nariz, entrecerró los ojos y usó el pulgar para molerlas contra su índice. Volvió a olfatearlas. 

sábado, 7 de diciembre de 2013

La bruja (Parte II)

   La reina continuó en silencio, no sabía muy bien qué hacer. Por una parte, sus creencias le pedían a gritos desde su interior que se olvidase de aquella mujer, pero algo, mucho más adentro, un sentimiento mucho más desgarrador suplicaba por hacer todo lo posible por salvarle.

   Jugó con el pañuelo que tenía entre las manos, recordando lo bueno que había sido siempre con ella, cuanto se había esforzado por verla feliz. No era un hombre guapo, pero cuando sonreía tenía un brillo en la mirada tan dulce…

     Su majestad… ¿Quiere salvar la vida del rey?
     Sí —sentenció pese a sentir miedo—. Quiero salvar a mi esposo.

   La cocinera se frotó las manos y sonrió, dejando a la vista unos pocos dientes torcidos y manchados. Moira sintió un escalofrío. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

La bruja. (Parte I)

   Moira observó los ojos negros de la cocinera mientras repetía lo que acababa de decir.

     El rey está embrujado.

   La anciana era de piel oscura con un hermoso brillo dorado, con cabellos blancos recogidos bajo un pañuelo. Pese a tener una avanzada edad, su piel era tan tersa como la de una mujer veinte años más joven. En sus gruesos labios había una expresión seria.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Elena: Una carta de desamor.







   Esta noche no dejan de sonar en mi cabeza todas esas canciones que escuchaba estando a tu lado, son una tortura para mis sentidos.

   Para mis ojos porque no te ven, para mis manos que no pueden acariciar despacio tu espalda, para mi olfato que no puede extasiarse con el aroma de tu piel ardiente por las caricias que quedaron atrás, para mis oídos que ya no te escucharán nunca más gemir entre mis gemidos y para mi boca que no sentirá el sabor de tus besos nunca, nunca más.

   Mis emociones se han subido a la noria, suben y bajan dibujando un círculo. Te echo tanto de menos.

   No sé cómo fui  capaz de enamorarme así de ti. No quiero decir que no merezcas mi amor, o que al menos entonces no lo merecieras, pero sabía tan poco de ti... sin embargo daba igual, sabía lo que creía que era necesario saber... y creía que era más de lo que en realidad conocía. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El Rey (Parte III)

Historia anterior: La reina 
Parte anterior: Aquí

     No lo entiendo —lloró—. No… no… no… ¿Cómo es posible?

   El rey comenzó a mecerse con intención de perderse en su propia mente. Ambos hombres quedaron en silencio, sólo llegaba a ellos el sonido de la madera crujiendo en la chimenea. Drystan no podía evitar sentirse invadido por un sentimiento de culpabilidad mientras veía como Dwyn se hundía y eso le resultaba doloroso, había pocas personas en el mundo a las que quisiera más.

martes, 3 de diciembre de 2013

El rey (Parte II)

Historia previa: Aquí 
Primera parte: Aquí

     ¿Has hablado con Moira?
     ¿Sobre ti? No. No me habló de ti, simplemente llegó tremendamente compungida y me dijo que me amaba y que no quería perderme, que la idea le aterraba.
     Nada. Anoche no sucedió nada, y tú deberías sentirte satisfecho. Tu esposa te ama, no siente pena por ti, ni simple simpatía. No es cortés porque es su obligación, lo es porque te quiere. Eso es maravilloso.

lunes, 2 de diciembre de 2013

El Rey (Parte I)

(El principio de la historia: La Reina)

   La tormenta se había calmado y el rey Dwyn se encontraba sentado en el pequeño balcón de su alcoba. Su mirada se perdía en el horizonte, su rostro enjuto mostraba su delicado estado de salud y sin embargo, una ligera sonrisa se mantenía dibujada.

   Los rayos de sol no terminaban de calentar su cuerpo, por lo que una gruesa manta le tapaba desde el cuello hasta los pies. El cielo le parecía más azul que nunca, el oscuro bosque de árboles desnudos y arbustos ya no era aterrador sino hermoso.

   Escuchó unos pasos tras de sí, pero no se movió.