miércoles, 4 de diciembre de 2013

El Rey (Parte III)

Historia anterior: La reina 
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     No lo entiendo —lloró—. No… no… no… ¿Cómo es posible?

   El rey comenzó a mecerse con intención de perderse en su propia mente. Ambos hombres quedaron en silencio, sólo llegaba a ellos el sonido de la madera crujiendo en la chimenea. Drystan no podía evitar sentirse invadido por un sentimiento de culpabilidad mientras veía como Dwyn se hundía y eso le resultaba doloroso, había pocas personas en el mundo a las que quisiera más.

     Te lo dije desde el principio. Te dije que lo intentaría, pero que no podía prometerte nada…
     No creo que te importe demasiado.
     No seas injusto.
     Tu vida es tan sencilla que…
     Que… ¿Qué? —explotó—. ¡Todo lo que he hecho en mi vida ha sido para mejorar la tuya! Para mí eres más como un hermano y es algo que he respetado por encima de todo. Siempre. Llevo enamorado de Moira desde que la vi por primera vez en una fiesta cuando éramos apenas unos niños. Me obligaron a casarme con Eda, tuve que ver cómo te casaban a ti un año después con la mujer de mis sueños, vi como caías rendido ante ella y jamás he tratado de faltarle al respeto, ni a ti, ni a mi esposa. ¡A nadie! Anoche no sucedió nada porque ha sido ella quien ha caído ahora rendida a ti. ¿Eres consciente de que hace tan sólo unos años podría haber conquistado a Moira? Si lo hubiese hecho entonces, ahora tu ofensa sería muy diferente, y… ¿Quién sabe? Lo mismo tendrías ese heredero que tanto anhelas. Anoche traté de conquistarla y te fallé, sí, pero ella no te ha fallado a ti, por eso deberías sentirte feliz.
     Yo sólo quería vivir la sensación de esperar un hijo, de ser padre, aunque fuese mentira, como lo es todo en mi vida.
     Ella no es ninguna mentira.
     Ahora ya no.
     No se merece…

   Dwyn hizo un enorme esfuerzo para incorporarse, dejando caer su tapado,  y cubrir con sus manos la boca de su primo, como un infante que cree que por no dejar a los mayores hablar sobre la realidad ésta quedase anulada. Ambos fueron conscientes del error que habían cometido.

   Drystan, con aire sombrío se liberó de las manos de Dwyn y le observó detenidamente. Parecía realmente desesperado y asustado.

      Díselo.
      ¡Me odiará!
      Tienes que ser sincero con ella.
      Tengo miedo…
      No debemos ocultarle la verdad… ni debimos hacerlo. Yo sólo jugaba a traicionarte, ella se enfrentó a ese sentimiento con todas sus fuerzas. No sé por qué te hice caso…
      Porque la sigues amando, era la oportunidad de que fuese tuya con mi consentimiento. Espero que cuando yo no esté te acepte y se case contigo.
      Tienes que hablar con ella. Piénsalo detenidamente, busca las palabras que tengas que decirle y pídele perdón, luego lo haré yo.
      No quiero perder a Moira… no ahora que realmente acabo de conseguir su amor…

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